Juan
Carlos miró a Rebeca y le dio un sorbo a su cerveza.
– Nunca vas a entender que
eso te hace daño, dijo Rebeca. – Nada más es una para quitar la sed, dijo Juan
Carlos. A
sus pies estaban ya cuatro botellas vacías. Rebeca dejó el pantalón
planchado encima de un altero de ropa y tomó una camisa. Sonó el teléfono de la
casa y Rebeca corrió para contestar. Juan Carlos se levantó corriendo pero al
ver que Rebeca le había ganado cambió de rumbo y fue a donde estaba el
refrigerador para tomar otra cerveza. – Por fin se te va a hacer, dijo Juan
Carlos. - ¡Cállate tonto! gritó Rebeca antes de descolgar el teléfono. Rebeca
contestó y al saber quién estaba detrás de la llamada su tono de voz cambió a
modo amable. Con el teléfono en mano salió de la casa hablando con pequeñas
sonrisas. Juan Carlos seguía tomando cerveza y mirando en Internet videos.
Cuando regresó Rebeca ya había a los pies de su hermano catorce botellas
vacías. – ¡Pero mira nada más tú! gritó Rebeca, no entiendes ni de una y ni de
otra forma, si sigues así pronto vamos a tomar café en tu velorio. – ¡Ojalá sea
ese velorio después de verte casada para que se te quite lo amargada! Respondió Juan Carlos. – Las borracheras te
han secado el cerebro Juan Carlos. Dijo la hermana. – ¡Se callan los dos! Se
escuchó una voz de mujer del otro lado del cuarto.
– Mamá, dijo Rebeca, mira
Juan Carlos ya está otra vez tomando. – Al rato que te estés revolcando de la
úlcera no vayas a estar llorando que te llevemos al doctor, dijo la mamá. –
Mamá tengo algo que decirte, dijo Rebeca, me habló Gerardo y dice que quiere
platicar con ustedes. – Si es para pedirte en matrimonio hasta dejo de tomar, dijo
Juan Carlos. – Mejor ni hables porque luego no cumples, respondió Rebeca. - ¿Es
en serio eso que tratas de decir muchacha? – Mamá, de eso quiere hablar con
ustedes Gerardo, pregunta que cuando puede venir.
En realidad Rebeca era grande
y ya toda su familia pensaba que no se iba a casar. Gerardo era bien parecido,
tenía un trabajo estable y una profesión. No tenía vicios y además era muy
caballeroso y hombre de fe. Muchos creían que era seminarista por la forma de
vestir y cuando se enteraron de que andaba de novio con Rebeca le decían a ella
que se había sacado la lotería. Rebeca le ganaba con 8 años y no daban crédito
cuando los veían juntos. Su noviazgo había durado menos de un año y esa llamada
era para concretizar la visita que haría junto con sus papás para pedir en
matrimonio a Rebeca.
La fecha esperada llegó y propusieron una fecha para el
matrimonio; Rebeca encaró a su hermano para decirle que cumpliera lo que había
prometido. Juan Carlos no tuvo más que aceptar lo que ya con más de catorce
cervezas había dicho, pero dijo que comenzaría al otro día de su boda y así
fue. Todavía en la fiesta se dio lo que al parecer era su última borrachera y
quería que fuera inolvidable aunque al otro día hubiera deseado no haberlo hecho.
Todos en el pueblo comentaban de la boda. Nadie en el pueblo había salido de
luna de miel pero Rebeca había hecho la diferencia.
Los meses de matrimonio
pasaron y el amor seguía en el aire. Juan Carlos era para muchos un milagro por
su abstinencia pero no sabían la promesa que ya había hecho a su hermana.
Pasaron casi dos años y le preguntaban a Rebeca que cuando encargaría un bebe
pues no se miraba nada.
La nueva pareja estaba un tanto triste porque también
ellos querían un bebe pero no llegaba. Una tarde Gerardo no llegó del trabajo y
le dijeron a Rebeca que Juan Carlos lo había sonsacado para que se fueran a
tomar unas cervezas y Gerardo desconsolado por no tener un hijo había aceptado.
En la tarde noche una tormenta había caído con mucha fuerza derribando incluso
algunos árboles. Con el caer de las ramas un poste de luz también se desplomó,
los cables de luz yacían en la calle y nadie se había percatado hasta que Juan
Carlos y Gerardo pasaron por ahí y con el agua y la electricidad se
electrocutaron. Rebeca lloró por muchos meses, tenía dos motivos grandes pero
sin duda lo más fuerte había sido la muerte de su amado.
La desesperación es
mala consejera, Gerardo había tomado una mala decisión ese día y no pude
caminar con prudencia por aquellas calles repletas de agua. Juan Carlos había
dejado de tomar alcohol pero buscaba fortalecer su voluntad para mantenerse
firme ante la tentación de su vicio. Los
vicios siempre tendrán sus consecuencias y perjudican no solamente a quienes los
tienen sino también a los que les rodean.
Hasta
la próxima
La desesperación es mala consejera...para tenerlo en cuenta
ResponderEliminarMuy bonita padre histria pero lla no conto que paso con Rebeca me gusto
ResponderEliminarGracias padre Mode ,
ResponderEliminarQué difícil es entender que muchas personas por años actúan mal y nada les pasa y otras la primera vez que lo hacen les pasa algo!
ResponderEliminarMuchas gracias muy bonito los vicios tengo 4dias que me enteré que mi hija tenía meses drogandose y ya gracias a DIOS esta anexada
ResponderEliminarMuchas gracias muy bonito los vicios tengo 4dias que me enteré que mi hija tenía meses drogandose y ya gracias a DIOS esta anexada
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